INFANCIA ROBADA
La infancia es una etapa de la
vida que se recuerda con nostalgia y a la que a muchos nos gustaría volver.
Lamentablemente, no es así para todos.
Aunque no seamos conscientes del
todo, actualmente, más de 218 millones de niños de entre 5 y 14 años de edad
están obligados a trabajar en todo el mundo. Uno de cada seis niños de todo el
mundo de entre 5 y 17 años es explotado laboralmente de alguna forma. Y por si
fuera poco, el 65% no recibe ninguna retribución por su trabajo.
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La principal causa es la pobreza,
por la cual los padres se ven obligados a enviar a todos los miembros de la
familia a trabajar desde muy temprana edad para poder sobrevivir, arrebatando
así la posibilidad de disfrutar de la niñez y formarse (aproximadamente 130
millones de niños no asisten a la escuela con regularidad porque muchos de
ellos trabajan).
África ostenta el mayor índice de
niños económicamente activos: actualmente, más de la mitad de los niños no
escolarizados son africanos.
Vamos a diferenciar dos formas de trabajo infantil:
- El trabajo dentro de la estructura familiar y no remunerado.
- El trabajo asalariado fuera del hogar.
En la antigüedad, el trabajo como
colaboración en la familia no ha sido especialmente negativo, sino que muchas
veces era considerado la mejor forma de aprender las responsabilidades y los
oficios que desarrollarían en la vida adulta.
Pero claramente, la situación no
era para nada parecida a la actual, donde como consecuencia de este tipo de
trabajo, se podrían dar casos de analfabetismo o de escolarización precaria,
que suponen una gran limitación a la hora del futuro de estos niños.
Con respecto al trabajo
remunerado fuera del hogar, casi siempre está remunerado míseramente, y en
muchas ocasiones se llega a la esclavitud, a la explotación.
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Con la revolución industrial del siglo XIX se descubrieron estos abusos a través de las novelas de autores como
Charles Dickens o Victor Hugo, pero lo cierto es que la explotación laboral
infantil ha sido habitual en todas las culturas y civilizaciones en mayor o
menor medida.
La industrialización supuso un
retroceso en los derechos infantiles, fue una parte de la historia marcada por
el uso de los niños como fuerza de trabajo. En las fábricas era habitual la
presencia de menores a causa de la gran demanda de mano de obra y de los míseros
salarios que recibían.
Los niños se habían convertido “adultos”
que tenían la obligación de trabajar. A partir de ese momento se empieza a
plantear el trabajo infantil como un problema de política pública, y se crean campañas,
encuestas a niños y sus familias, legislación sobre la edad mínima,
inspecciones de trabajo, etc. La
Organización Internacional del Trabajo fue el primer organismo internacional que
se preocupó por este asunto.
Podemos decir que se han ido produciendo
pequeños avances, pero hoy en día sigue existiendo el trabajo infantil en
muchas partes del mundo. Algunos ejemplos de ello son los niños que cosen
balones y material deportivo en China, los niños mineros de Perú o Bolivia o las
niñas que trabajan en la manufactura del tabaco en India.
Tasa de escolarización neta en la educación primaria. Fuente: UNICEF estado mundial de la infancia en 2007 |
Cabría hacer un inciso y destacar
que el trabajo infantil es diferente entre niños y niñas.
El género es un factor muy
importante en el trabajo infantil. Según UNICEF, las niñas comienzan a ejercer
labores a una edad más temprana que los niños y por lo tanto su asistencia a la escuela es también menor.
Más del 90% de los
menores que trabajan en el servicio doméstico en todo el mundo son niñas, sobre
todo en países de Latinoamérica. En muchos países, las familias consideran que
este tipo de trabajo es bueno porque prepara a las niñas para el matrimonio, y
en otros casos las niñas acompañan a sus madres en estos trabajos, por lo que
ellas también terminan trabajando.
El trabajo doméstico es uno de
los sectores menos regulados del mundo laboral, por eso son también los más
vulnerables a la violencia, el maltrato e incluso a la
explotación sexual.
Por su parte, los niños suelen
emplearse en obras de construcción y trabajos principalmente físicos. Por ello
se encuentran más expuestos a sufrir lesiones, afectando a su desarrollo
físico.
El principal enemigo hoy en día
de los derechos del niño y el trabajo son las grandes multinacionales, ya que de
no contar con la mano de obra mal pagada infantil, muchos países perderían su
competitividad, reducirían sus exportaciones y caerían sus ingresos.
En 2003, el IPEC (International Programme on the Elimination of Child Labour) realizó un estudio para evaluar
los costes reales que tendría eliminar el trabajo infantil en todo el mundo.
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La conclusión del estudio fue: Los
beneficios globales de eliminar el trabajo infantil y sustituirlo por educación
superan con mucho a los costes de erradicarlo. El principal beneficio sería el
gran impulso económico que supondría el hecho de que los niños de la mayoría de
los países recibieran una educación secundaria en lugar de trabajar. A mayor
nivel de educación, los niños estarían más preparados para realizar trabajos de
mayor calidad y, en consecuencia, contribuir a mejorar la economía nacional.
Eliminar el trabajo infantil es
fundamental para garantizar una sociedad libre, próspera y que respete los
derechos de las personas.
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