Branko Milanovic es el autor del libro Los que tienen y los que no tienen es un economista serbio-americano, uno de los principales expertos mundiales en desigualdad económica, además de especialista en economía de la pobreza, economía del desarrollo, economías en transición, economía internacional e instituciones financieras internacionales. También es jefe de investigaciones sobre desarrollo del Banco Mundial, en Washington, y catedrático en la Universidad de Maryland.
En el libro mencionado anteriormente, Milanovic expone los tres tipos de desigualdad económica o de desigualdades de renta que conforman nuestro mundo. Diferencia y analiza en cada capítulo entre la desigualdad entre personas, la desigualdad entre naciones y la desigualdad en el mundo.
Portada del libro (original aquí)
Al leerlo, una de las ilustraciones que más me impresionó fue la cuestión que se me planteaba de saber o no si seguiría existiendo China en 2048, ¿cómo podemos plantearnos el que no exista?, partiendo de la base de que China ha ido creciendo como país muy rápidamente, incluso convirtiéndose junto a Estados Unidos en una de las potencias mundiales. Ahora bien, todo tiene explicación y en cuanto la exponga podréis observar la lógica de la pregunta.
China es ya la primera potencia mundial, pero la amenaza más seria para la unidad china es su creciente desigualdad. El problema no es sólo que se haya duplicado (su coeficiente de Gini aumentó desde menos de 30 a comienzos de la década de los ochenta hasta los 45 en 2005), sino también la propia composición de esa desigualdad. La desigualdad que encontramos en China es como la desigualdad que encontramos en la Unión Europea, es decir, el desarrollo chino ha ido creando provincias ricas y pobres, lo cual es mucho más desestabilizador políticamente hablando.
Shandong, Jiangsu,Zhejiang, Fujian, Guangdong son las ciudades en las que se ha concentrado el crecimiento chino, situadas en la costa, y que además son las más ricas. En el otro lado de la desigualdad encontramos Guizhou, Gansu y Yunnan, que han ido desplazando hacía abajo su posición relativa desde la década de los noventa.
China es actualmente el país más poblado del mundo, con aproximadamente 1.373.490.000 habitantes, pero la distribución global de la renta ha sido una fuerza niveladora, a saber, el rápido crecimiento de China. Cuando el país inició la senda del crecimiento rápido, era (y aún lo es) relativamente pobre, y si las economías pobres crecen más deprisa que las ricas, las desigualdades disminuyen; todo esto desembocaría en la hipótesis de convergencia, que también podría ser la respuesta a la pregunta con la que nos iniciábamos.
Aunque China mantuviera sus actuales índices de crecimiento, no puede garantizarse el descenso continuado de la desigualdad global, porque en unos veinte años, cuando sobrepasaran el nivel de los países de renta media, su propio crecimiento comenzaría a tener un efecto favorecedor de la desigualdad si otros países populosos como Indonesia, Bangladesh, Nigeria y Pakistán se quedarán muy por detrás. Probablemente la desigualdad en nuestros días sea mayor de lo que nunca ha sido, aunque este máximo histórico se sitúa en una meseta de la desigualdad muy elevada más que un pico solitario. La desigualdad global ha ido en aumento, primero rápidamente, luego más despacio pero casi sin interrupción, desde la Revolución Industrial, y, lo que es más importante, la composición de la desigualdad global ha ido cambiando a lo largo de ese mismo periodo, de estar basada en las desigualdades nacionales ha pasado a venir determinada, en gran medida, por la desigualdad de las rentas medias entre países. La posición relativa de la renta de China desempeña un papel crucial en la determinación de su nivel y evolución.
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