Con tal término se designa en Europa Occcidental a la segunda mitad de la década de 1920 y en Estados Unidos a toda ella. Fueron años de crecimiento económico y de transformaciones políticas, sociales y culturales. El crack bursátil de Nueva York de 1929 y el inicio de la crisis de los treinta puso un abrupto final a esos "felices veinte".
El Plan Dawes permitió la reestructuración de los pagos en concepto de reparaciones de guerra por parte de Alemania, aliviando su carga anual. Al fortalecimiento de las finanzas públicas alemanas, condición necesaria para la estabilización y el relanzamiento de la economía alemana, contribuyeron también a los préstamos norteamericanos comprometidos en el Plan. Si Alemania pagaba las reparaciones, aunque en condiciones más favorables, el problema de las deudas interaliadas entraba en vías de solución.
La economía norteamericana, ahora la más grande y la más rica en términos per cápita, se encontraba inmersa en una fase expansiva como consecuencia de la difusión generalizada de las innovaciones resultantes de la Segunda Revolución Industrial a la producción y al consumo de las familias. En buena medida, los "felices veinte" norteamericanos anticiparon pautas de consumo que veremos extenderse, primero, por Europa occidental en la "Edad de oro" del crecimiento económico de la segunda posguerra mundial (1950-1973) y, más tarde, por el resto del mundo.
Los problemas para la recuperación de la economía capitalista mundial comenzaron a superarse debido a una eficiente agricultura que abarató el precio de los alimentos y permitió la ampliación del consumo hacia los bienes manufacturados. Gracias a la mecanización, la agricultura cerealista permitió abaratar los costes de los alimentos básicos, en una época en que la alimentación era el gasto más importante para la mayoría de la población.
Una parte del consumo pudo orientarse entonces hacia los productos industriales, con lo que las clases trabajadoras participaron, en alguna medida, en los "felices años veinte".
La industria también contó para su recuperación con una fácil financiación que permitía obtener los recursos necesarios para poner en marcha las empresas con créditos a corto plazo.
El optimismo volvía momentáneamente a los países industriales, pero la industria tendrá su punto débil en la dependencia de los créditos a corto plazo, que la hacía muy vulnerable a los vaivenes financieros.
El sistema económico de los años 20 se basó en préstamos a corto plazo que, provenientes en última instancia de los Estados Unidos,se concedían con facilidad incluso para financiar las dificultades de la devolución de esos mismos préstamos y créditos.
El resultado fue un endeudamiento progresivo de amplios sectores económicos, muy sensibles a los problemas de circulación internacional de capitales. Desde 1925 puede observarse un trasvase de capitales desde la industria hacia actividades especulativas, como la bolsa, institución que actuará como un mecanismo de absorción de la inversión que terminará resultando fatal cuando se produzca el Crack.
En la Unión Soviética también aumentaron los niveles de producción y consumo, gracias a la NEP. A partir de 1928, Rusia optó por una economía planificada que se mantuvo al margen de los circuitos fiancieros capitalistas y evitó así la crisis de 1929 y la depresión económica de la década de los 30.
El crack del 29 y sus consecuencias.
Es común situar el inicio de la Gran Depresión en el "jueves negro" de octubre de 1929 de la Bolsa de Nueva York. Ese día se produjo el primer hundimiento de la principal bolsa de valores del mundo: todos querían vender para perder menos. El nivel de las cotizaciones anterior a 1929 no se recuperó hasta 1954.
Multitud en Wall Street, 1929 (original aquí)
Una crisis de tal intensidad y duración carecía de precedentes. Afectó principalmente a los países más avanzados económicamente y, en particular, a sus sectores industriales y exterior. Aunque no todos ellos se vieron afectados en la misma medida, ninguno escapó a ella.
Las causas hay que buscarlas en los desequilibrios económicos de los años veinte:
·La crisis de los sectores industriales tradicionales como el textil, el carbón, la siderurgia y la construcción naval se fue agudizando en los años anteriores al crack. Lo mismo pasó con la agricultura, que sufría una crisis permanente desde 1921.
·Incluso los sectores industriales más favorecidos por la expansión (automóvil, electrodomésticos) experimentaron ya en 1927 las consecuencias de la disminución del poder de compra de los salarios y la caída de las rentas. La situación se agravó porque la compra de estos bienes de consumo era a menudo realizada a crédito, por lo que dependía de los ingresos futuros.
·También entró en crisis el sector de la construcción, debido a la situación del mercado. Esta crisis se inició hacia 1925 en la construcción de viviendas particulares, y en 1928 en la de edificios comerciales.
Las consecuencias en la economía real norteamericana fueron:
·Se extendió un pesimismo económico generalizado respecto al futuro, comprimieron el consumo y la inversión.
·Destruyó el ahorro de muchas familias y las empobreció.
·Interrumpió la financiación de unas empresas que se enfrentaban a una demanda declinante.
·Perjudicó a la viabilidad de las instituciones financieras que habían prestado a los inversores institucionales y particulares.
En 1932, la producción industrial del mundo no llegaba a los dos tercios de la de 1929, pero, mientras que la de Europa había caído algo por debajo del 75% la de Estados Unidos apenas superaba el 50%. La producción de alimentos apenas experimentó cambios. No así la de las materias primas, que se contrajo en medida sólo algo menor que la de los productos industriales. En 1934, el valor del comercio mundial era poco más de un tercio del correspondiente a 1929. No llegaba todavía al 50% en 1937.
El desempleo alcanzó cifras récord. Especialmente en Estados Unidos y Alemania. En el primero de estos países, el desempleo pasó del 3% en 1929 al 25% en 1933. En el segundo, se elevó desde el 4,3 el 30,1% entre 1929 y 1932.
La contracción del producto per cápita fue también significativa. En Estados Unidos resultó especialmente intensa y duradera. En Alemania, algo menos. Suecia o Japón apenas experimentaron una suave recesión. En Francia no fue especialmente profunda, pero sí muy duradera. Países, como Argentina, cuyo nivel de actividad económica era muy dependiente de la coyuntura internacional se vieron también afectados en una pequeña medida y tardaron en salir de la crisis. Ni Argentina ni Estados Unidos se habían recuperado plenamente, y Francia apenas, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. La Gran Depresión había llegado, los gobiernos terminaron reaccionando con medidas que confirmaban la crisis del modelo económico liberal e intentaron dar soluciones a las crisis que, como el proteccionismo o el fortalecimiento del Estado o como el New Deal en los Estados Unidos, provocarán cambios sociales y modelos culturales e ideológicos dispares y enfrentados, lo que condujo, directa o indirectamente, a una nueva guerra mundial.
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